Tiempos de tempestades: tiempos de no arriesgar.

Tiempos de tempestades: tiempos de no arriesgar.

Que estamos metidos de lleno en una crisis muy profunda a nivel mundial en general, pero muy especialmente en España a nivel particular, no es ninguna novedad para nadie. Que esta crisis no es nueva, también es cierto. Que el COVID 19 la ha agravado y llevado al vértice de la parte inferior de la V a profundidades inimaginables, tampoco descubrimos nada nuevo.

            Es evidente que, como resultado de ésta, muchas empresas, pequeños comercios, autónomos y, por ende, trabajadores, se han visto afectados y se verán a corto-medio plazo en mayor o menor medida, también es cierto. 

            A nadie se le escapa que hay que buscar soluciones para salir de esta situación, pero no es menos cierto es muy difícil hallar la formula mágica. Si nos vemos inmersos en ello, lo primero que tenemos que hacer es mantener la calma y no precipitarnos pues, actuar a la desesperada, conduce a fracaso más estrepitoso. Pero no es menos cierto que, ante situaciones como las mentadas, no nos debe de temblar el pulso a la hora de tomar medidas drásticas. 

Para ello, lo primero que tenemos que hacer es analizar en profundidad nuestra situación y, si sabemos hacerlo, confeccionar nosotros mismos nuestro DAFO (debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades). Si no sabemos hacerlo, siempre podemos recurrir a una asesor financiero-económico. Una vez confeccionado este DAFO, si el resultado no es convincente o indicativo de viabilidad de nuestra actividad profesional, nuestros consejos son:

1º.- Si la viabilidad es muy baja o nula, cesar inmediatamente de nuestro empeño. Y si para ello hemos de tomar medidas dolorosas como echar el cierre, con lo que todo ello lleva implícito, no titubear ni un momento. Que no nos tiemble el pulso en la empresa.

2º.- Debemos tener muy claro que nuestra actividad tiene posibilidades de futuro y aguantar la embestida del COVID. Si el resultado de nuestro DAFO nos hace ser optimistas a medio plazo, aguantar. Aguantar, pero no arriesgar. Y cuando nos referimos a no arriesgar queremos decir no invertir o inyectar liquidez, a no ser que ésta sea de nuestras arcas própias. 

3º.- Huir de endeudamientos económicos. Si no tenemos liquidez para aguantar, evitar por todos los medios recurrir a solicitar préstamos; ya sea a organismos oficiales, o a Entidades Financieras. No olvidemos que los créditos hay que devolverlos y con intereses, por lo que estamos arriesgando el futuro, ya no sólo de nuestra actividad profesional, sino la nuestra personal. Es preferible echar mano de nuestros recursos personales -si disponemos de ellos- para inyectar liquidez que caer en la trampa de recurrir a terceros.

            En resumen: nuestro consejo, por duro que les parezca, es tomar medidas drásticas antes de precipitarse. Ser cautos, analíticos, reflexivos y sólo, si estamos plenamente convencidos de que podemos aguantar y salir airosos de esta situación, aguantar, por muy duro que sea, hasta que la tempestad amaine. 

            Solo los irresponsables se lanzan a la piscina si no hay agua, como ocurre, por ejemplo, con los gobiernos que actualmente tenemos: España, sin ir más lejos. Con una economía en quiebra técnica, no para de despilfarrar en gastos absurdos e innecesarios, no toma medidas de reajuste económico y, para más inri, recurre a prestamos de la UE. Pues eso es lo que tenemos que evitar a toda costa nosotros.