Los Peritos tasadores de seguro están pasando por uno de los peores momentos de su historia.

Los Peritos tasadores de seguro están pasando por uno de los peores momentos de su historia.

En mi modesta opinión: sin lugar a duda. Desde sus orígenes, allá por la década de los 60 del siglo pasado, está es una etapa durísima que nos ha tocado lidiar, y en la que nos jugamos nuestro futuro sino aunamos esfuerzos en aras a fortalecer nuestra presencia en el sector seguros.

Por mi edad, me ha tocado vivir varias etapas de los Peritos de seguros. Si a ella le sumo el hecho de ser hijo de Perito, puedo dar fe de las diferentes etapas por las que hemos pasado desde la fundación de Apcas (asociación de peritos de seguro y comisarios de averías).

Tres han sido para mis las etapas experimentadas: la primera de consolidación, la segunda la de apogeo, y la tercera la que estamos inmersos, la de decadencia. Y es en esta tercera etapa en la que está en juego nuestro ser o no ser en un corto plazo.

La primera, la de nuestros padres, fue la de su fundación como figura fundamental para las aseguradoras. La formaron -en su gran mayoría- profesionales venidos del mundo de los talleres de reparaciones de vehículos ya que el sector del ramo de riesgos diversos no existía dado que, por aquel entonces, tan sólo se ofrecían al mercado los seguros de incendio y robo. Eran profesionales con una excelente formación práctica, pero escasa formación académica. Fue Apcas quien dio comienzo a dicha formación, incluyendo clases teóricas y prácticas, así como, exámenes para una primera homologación. Los reconocían las Entidades Aseguradoras (en adelante E.A) pero no los organismos oficiales. Estaban bien considerados y remunerados económicamente, pues las E.A entendían que de ellos dependía gran parte de su economía. Tenían una fortaleza brutal: sus conocimientos sobre plancha, mecánica, electricidad y pintura del mundo de la automoción. Y una debilidad: sus apenas conocimientos sobre leyes de seguro, pero, para aquel entonces, esto era no indispensable. No había talleres que pudieran con ellos, y los resultados económicos para las E.A eran un garante de tranquilidad para sus arcas.

Pasaron dos décadas y, con el borrador de una nueva Ley del seguro listo para ser aprobada en las cortes con la mayoría absoluta del PSOE, faltaba el reconocimiento oficial de la figura del Perito tasador de seguros en la misma. Y era vital que dicha figura se incluyera y reconociera, pues de lo contrario desaparecería para siempre. Gran culpa de que fuera incluida en dicha Ley (a que todavía hoy en día persiste con matices, pero existe, la famosa Ley 50/80 de 8 de octubre y demás concordantes) es gracias al buen hacer de la totalidad del colectivo, pero de manera especial del por aquel entonces presidente de Apcas, el Sr. José Villalba Ripoll. 

Pero nada resulta gratuito y, para que Apcas y todos sus miembros fueran reconocidos en dicha Ley, la Dirección General de Seguros (D.G.S) de la cual pasaría a depender, obligo a dicho colectivo a una refundación, entre cuyo requisito más importante se pedía sin excusas que debía someterse y pasar un examen. Un examen que, en el caso de Catalunya tuvo lugar en la sede de la facultad de arquitectura. Se reconocían tres ramos o áreas diferentes: V.A, IRD y CA, con niveles de conocimientos para cada una de ellas a partir de la aprobación de la Ley, y que no voy a mentar para no extenderme demasiado en este artículo, pero que todos Uds conocen perfectamente. A partir de entonces todo cambiaba, nada era oficioso sino oficial, y la figura del Perito tasador de seguros era reconocida por Ley y hasta el día de la fecha, aunque se han ido introduciendo modificaciones, como en todo.

Y entramos en esa segunda etapa. Una etapa gloriosa para el colectivo que se ha mantenido viva durante casi tres décadas, hasta finales de la primera del siglo XXI. Tres décadas de esplendor, reconocimiento, respeto y éxito en todos los ámbitos.

Pero, como en todo en la vida, hay épocas de bonanzas, y tiempo de penurias. Y nuestro colectivo no iba a ser una excepción. Personalmente, me fui dando cuenta de que el castillo de naipes se desmoronaba y decidí, a tiempo, abandonar la nave, dedicando mi esfuerzo y profesión a nuevas áreas alejado del mundo asegurador (o casi), y lejos del yugo de las E.A, que optaron por dar un giro de 180º en relación con el trato que durante tantas décadas había dispensado a nuestra figura. El porqué de este giro aún hoy en día me lo sigo preguntando, sin hallar una respuesta clara, pero lo cierto es que ya nada es igual y nuestro colectivo ha entrado en una espiral negativa de la que, personalmente, le veo difícil salida. Seguramente los Peritos tendremos algo de culpa, pero no alcanzo a comprender ese giro tan espectacular en el trato, consideración y reconocimiento de nuestra labor: ¿Qué nos ha pasado?, ¿Hemos hecho algo mal?, ¿Por qué ese giro de las aseguradoras hacia nuestro colectivo? Ahí lo dejo… que cada uno intente hallar la respuesta, si es que sabe y puede. Yo, desde luego, no lo he conseguido, aunque algo presiento y creo que ambas partes no están exentas de culpa. A pesar de los pesares, no he dejado en ningún momento de formar parte de Apcas, y así pienso hacerlo hasta el final de mis días profesionales, al igual que estaré al lado del colectivo para todo lo que pueda ser de su ayuda para salvar a nuestro colectivo de la situación actual. Son cuarenta años de profesión en mis espaldas, más las vividas por mi padre como para olvidar y dejar tirado a Apcas.

¿Soluciones al problema actual? Por desgracia no tengo la varita mágica para dar con la solución, pero si tengo clara una cosa: ¡Tenemos que reaccionar o desaparecernos de la faz de la tierra! Y tenemos que hacerlo formando una piña que haga de nuestro colectivo una fortaleza inexpugnable, y actuar sin demora antes de que la IA haga nuestro trabajo, porque si la paramos a tiempo, no tengo la menor duda que así será, como ya estoy comprobando como macro gabinetes periciales realizan su cometido mediante video conferencia. Me temo que llegará un punto en qué, insertando unas fotografías en la IA, esta hará nuestro cometido actual con escaso o nulo margen de error.

Desde aquí os animo a todos a hacer piña en torno a Apcas, dotándola de la fortaleza necesaria para poder hacer frente a todos los obstáculos. Somos David contra Goliat (las E.A), pero con tenacidad y fuerza, lo lograremos. We can!

Lluís Guardia i Amella

Ingeniero y Perito de seguros nº. 2739.