Hombre caminando por una carretera con incertidumbre

Incertidumbre

No cabe duda que esta pandemia «Covid-19» nos ha cojido a toda la civilización de Homo Sapiens desprevenidos. Estábamos convencidos de que estábamos preparados para afrontar cualquier eventualidad salvo una guerra nuclear, tsunami, impacto de meteoritos estelares… Un minúsculo microbio ha servido para poner en evidencia las carencias de nuestra civilización, poniéndonos en jaque a todos los países del planeta tierra; potencias mundiales incluidas. Nos ha demostrado que no estamos preparados para afrontar situaciones como las vividas los últimos meses y, en cierta forma, las debilidades de los sistemas sanitarios, de la inteligencia artificial y de la inteligencia bioquímica y biológica.

No obstante parece que, poco a poco, vamos «superando» las dificultades del fenómeno, aunque es evidente que aún nos queda un largo recorrido para dar con la fórmula que nos permita crear una vacuna para destruir el coronavirus.

Durante el confinamiento obligado hemos tenido tiempo más que suficiente para meditar, recapacitar y darnos cuenta de lo vulnerables e insignificantes que somos. Como también hemos llegado a pensar en los nuevos retos que como civilización, tenemos por delante. Pero también estoy seguro de que nos han aflorado muchas incertidumbres acerca de nuestro futuro post-confinamiento y estado de alarma (España). ¿A dónde vamos?, ¿qué será de nosotros?, ¿qué cambios vamos a tener que afrontar?, etc…, etc…

Pero vamos a focalizar todas estas dudas en nuestro país; España. A pesar de vivir en un mundo globalizado (esto puede cambiar), España, por sus enormes debilidades económicas, está en una situación preocupante. ¿Cuál será nuestro futuro? Lo que más nos inquieta -en mi opinión- es la incertidumbre. La economía española está en quiebra técnica, no es ninguna novedad y a nadie nos pilla por sorpresa. Los excesos se pagan, y España ha cometido muchos. Necesitamos liquidez ¡ya! y la sombra de la más que posible intervención por parte de la UE planea sobre nosotros como el águila que surca los cielos a la espera de cazar a su presa. De nuestra respuesta y la del Gobiernos de turno que nos «dirige» depende que caiga o no sobre nosotros el ave depredadora en forma de los llamados «hombre de negro».

Que tenemos que dar un giro de 180º; inevitable. Recortes, más recortes de gastos, ajustes en las administraciones (sobran un gran número de ellas), de suprimir un mínimo del 50% de la clase política, bajar impuestos para incentivar el consumo, ayudar a las pymes y autónomos y un largo etc..

Por otro lado, tenemos que hacer fuertes inversiones en fortalecer nuestra industria, potenciar las nuevas tecnologías, las IA, la sanidad, la educación, etc. Y para ello necesitamos una cantidad ingente de liquidez que, a día de hoy, carecemos.

El capital huye por la inestabilidad política que tenemos y eso hará que el paro se dispare, creando una nueva «franja» en nuestra sociedad: la clase inútil. Esta, sumada a los parados ya existentes, a la de los jubilados, a la de los jóvenes y estudiantes no convertirá en una sociedad muy frágil, sometida a las voluntades del poder. Y no podemos, ni debemos tolerar que nos sometan y coarten nuestras libertades porque, sin ellas, no somos nada.

En resumen, y sin ser pesimista: nos esperan tiempos muy duros por delante y difíciles retos que superar. Solo permaneciendo unidos como sociedad y nación lo superaremos. Pero para ello tendremos que renunciar a ciertos privilegios que hasta ahora teníamos, hacer de la disciplina nuestro mantra, echar mano de nuestra imaginación y creatividad, e intentar salir de esta; porque se puede, no nos quepa la menor duda.